Los principales protagonistas de los acontecimientos terribles del 2 de mayo de 1808 fueron Francia y España. En 1799, en Francia, Napoleón Bonaparte se había declarado Primer Cónsul de la República Francesa y cinco años más tarde fue coronado Emperador de Francia. Mientras tanto, en España, el rey Carlos IV había reinado desde 1788. Había demostrado ser un líder débil e ineficaz que finalmente dejó el gobierno del país a su esposa, María Luisa de Parma y su Primer Ministro, Manuel de Godoy, un noble adinerado.
Napoleón, al ver la oportunidad de ganar más territorio, sugirió a Carlos que unieran fuerzas, atacaran al vecino de España, Portugal y dividieran la tierra conquistada entre ellos, un tercio a Francia, un tercio a España y un tercio al primer ministro español, Godoy, a quien se le daría el título de Príncipe de Algarve. Godoy fue seducido por tal idea y persuadió al rey para que aceptara el plan de Napoleón. Desafortunadamente, Napoleón tenía un motivo oculto y un esquema diferente en mente cuando, en noviembre de 1807, 23.000 tropas francesas marcharon a España sin oposición bajo el pretexto de apoyar al ejército español antes del ataque conjunto contra Portugal. Napoleón había tramado un plan con el hijo mayor de Carlos, Fernando, con el objetivo de que Francia, con su ayuda, derrocaría a la monarquía española, por supuesto a su padre, y el gobierno español de Godoy y Fernando serían los regentes de España.
Inmediatamente comienzan a llegar noticias de lo ocurrido en Madrid el Dos de Mayo y se empieza a preparar el levantamiento popular, bajo la dirección de algunos notables de la ciudad y de agricultores destacados. Se pide al Capitán General Guillelmi la entrega de armas, pero éste se niega. Pocos días después llega a la ciudad el Brigadier de la Guardia Real José Palafox , noble zaragozano que venía huyendo de Bayona, hasta donde había ido acompañando al Rey Fernando VII.
(Texto vía: MUY Historia)
Los instigadores le consideran el mejor jefe posible y le nombran nuevo Capitán General, haciendo su entrada triunfal en la ciudad el día 26, escoltado por labradores armados dirigidos por Jorge Ibor (el «tío Jorge»), del Arrabal, y Mariano Cerezo, del barrio de San Pablo.
El nuevo jefe comienza a preparar la defensa, decretando la movilización, organizando unidades y fortificaciones, reuniendo aprovisionamientos y municiones, y dictando intensas proclamas que extienden la rebelión por todo el Valle del Ebro y se hacen famosas en toda Europa. A partir de entonces se forjó la leyenda de la heroicidad de los ciudadanos de Los Sitios de Zaragoza…